3 reglas para donar con Responsabilidad Social.

La actual crisis de COVID ha aumentado los gestos altruistas, solidarios y la visibilidad de estos. En unas ocasiones, positivos, en otras, mal asesorados. Donar se ha convertido en un ejercicio común, desde multitud de entidades públicas y privadas.

Respecto a la acción de donar existen importantes disonancias. El sistema de donación y cesión de productos de primera necesidad debería ser una respuesta a una privación urgente. La institucionalización de la donación fomenta que las personas beneficiarias encuentren respuestas externas a necesidades personales. Ya hablé de esto que únicamente responde a una opinión personal. Creo firmemente que las donaciones son necesarias pero que tiene que desarrollarse, a su vez, un sistema de devolución del control de la propia vida y de educación para la valoración de tales bienes. Donar como respuesta urgente, trabajar para que las personas que reciben las donaciones construyan su proyecto de vida. El fomento de su independencia como objetivo a medio y largo plazo. La existencia de una condición sin la otra nos lleva a un sistema social paternalista, asistencialista, que considera a sus personas beneficiarias incapaces de tomar decisiones tan básicas como qué es lo que debe ser incluido en su cesta de la compra.

Las ayudas públicas y las donaciones privadas a personas son esenciales en momentos de máxima urgencia como el que vivimos en la actualidad pero, ¿cómo podemos trasformarlas para que contribuyan al cambio social? ¿Cuáles son las recomendaciones básicas que sería adecuado implantar?

1. No dones nada que no te comerías todos los días.

El debate se abrió con el menú que la Comunidad de Madrid ha proporcionado a niños y niñas de familias que tienen concedidas ayudas para el comedor escolar. La obesidad se ceba en la infancia de entornos con dificultades socioeconómicas. Nuestros niños y niñas comen frutas, verduras, pescado o carne con menos probabilidad que otros niños y niñas.  Esto no solo se refleja en su peso, también en su salud bucodental. Es tres veces más probable encontrar una caries entre el alumnado del CEIP Santa Engracia, en Colorines, que en cualquier otro cole de la ciudad.

Este descubrimiento, tras un estudio de la Comisión Comunitaria de Salud, animó a los profesionales relacionados a ponerse a trabajar. Desayunos saludables, a lavarnos los dientes, nada de zumos y bollería en el recreo, bebamos agua del grifo. Actuaciones interdisciplinares con unos resultados maravillosos. Niños y niñas pedían llevar fruta al recreo porque con ella ganaban puntos. Contingencia conductual, la manera más eficaz de implantar un hábito.

Ayer no pude evitar sentir mucha pena por tanto trabajo hecho al ver esta noticia. Un gran grupo empresarial dona al Banco de Alimentos de Badajoz más de 3000 raciones de comida preparada, 2500 bricks de zumo y 13000 raciones de bollería. ¿Es necesario donar productos insanos?, pregunta El País en este artículo.

Solo podemos responder, si tienes dudas sobre si los alimentos que vas a donar son saludables, mejor busca otra opción. Ya nos lo advertía Mafalda.

2. No dones algo que no se puede utilizar.

Enseres, objetos, ropa, son otros bienes que creemos que personas con menos recursos van a poder dar una segunda vida. Comprueba que lo que vas a donar está en buen estado y es reutilizable antes de pensar si alguien lo va a usar. Nos suele ocurrir que algunos de estos enseres tienen, para quien dona, cierto valor sentimental y se donan porque creen que ese valor sentimental va con ellos. Nos da pena tirarlo y sobreestimamos la posibilidad de su uso.  Comprueba que no está roto, que no tiene bolas, que no está descolorido, que no estaba de moda hace veinte años. Comprueba que está completo, que es útil.

Siempre existe la posibilidad de reutilizar lo que no está del todo usable. Un ejemplo es la ropa, las mujeres del taller «Alcanzando Sueños» del Centro Social Gurugú hacen maravillas con telas procedentes de prendas en desuso. Se pueden sacar retales, botones, cremalleras con los que hacen muchísimas cosas.

Pero es importante ver el objeto de manera objetiva y pensar si se va a poder usar. Si dudas entre tirarlo y donarlo, tíralo, si existe esa opción, habrá razones.

Mujeres de mi familia y yo hemos trabajado en casas. Limpiar, cuidar a niños y niñas, planchar. Coincidiendo con el cambio de temporada suele esperarte en la puerta de la casa una bolsa gigante llena de ropa junto con la recomendación de mirarla y quedarte con lo que quieras, lo que no quieras, puedes tirarlo. Muy alejada de esta reflexión está la dignidad, eso es otra cosa que suele estar más cercana al sueldo que recibes y al trato que te da la familia. En unas ocasiones, eres una más, pasas mucho tiempo con ellos y el respeto y el cariño es mutuo y en otro está la sospecha constante. Ese es otro tema. Pero estas bolsas, merecen observaciones.

De esas bolsas enormes podías sacar un par de prendas que estaban bien, con suerte, el resto, iría con mucho cuidado, a la basura. Allí donde quien te había dado la bolsa no había sido capaz de llevarlo, porque esa bolsa no está llena de prendas que se puedan usar, está llena de valor sentimental.

3. «Dona» empatía.

La mejor opción es la comprensión. La mayoría de la gente que recurre a instituciones de ayuda no lo hace sintiendo orgullo por ello, lo hace como última opción. El camino hasta la puerta de Servicios Sociales o del Banco de Alimentos es un sendero largo, con muchos baches, con caminos marcados y otros que parecen muy difíciles, con ayudas procedentes más del asistencialismo que de la promoción. Piénsalo antes de juzgar.

Las fotos de kilómetros y kilómetros de gente haciendo cola en coche en las ciudades más desarrolladas de Estados Unidos nos deberían hacer ver que nadie está exento de necesitar ayuda, de recibir una donación de alimentos llena de bollos, pizza y zumo. Que cualquiera puede convertirse en persona necesitada de ayuda y que el lenguaje utilizado ante esto, dota o resta de dignidad a las personas. «Ayuda a los más necesitados», «proteger al débil», «estar al lado del desvalido», términos que utilizamos para referirnos solo al dinero que alguien posee. Yo trabajo con personas repletas de inteligencia y vitalidad, llenos de salud y de fortalezas al enfrentarse a adversidades que, bajo otra situación, serían insuperables. Lo único es que tienen menos dinero y en muchos ámbitos, parece que interesa que siga siendo así.

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