7 razones para dejar de estudiar y un «sin embargo».

En los cuatro años que cumple Motiva hemos aprendido que las razones que llevan al fracaso o el abandono escolar temprano son múltiples. En nuestro trabajo, no nos limitamos a las clases, la tutorización y el apoyo. Desde el principio, decidimos acompañar el proceso de trabajo técnico con InvestigAcción.

¿Qué es la InvestigAcción? Es un neologismo que le robamos sin contemplaciones a Jesús Valverde, profesor de Psicología Diferencial en la UCM y experto en exclusión social. Él anima a combinar la investigación con la acción. Alienta a observar un fenómeno para enfrentar un problema desde un modo de actuación más certero.

Por esta razón queremos contaros 7 razones que dificultan el mantenimiento o el retorno a la educación formal en los chicos y chicas con los que trabajamos. ¡Allá vamos!

1. Escasa implicación familiar.

En nuestra zona, los coles saben que si las familias están implicadas en el progreso académico de hijos e hijas los resultados son mejores. Por esta razón, los involucran en el colegio. Asambleas familiares que terminan con la rifa de un jamón, grupos de trabajo, ayuda dentro de las aulas. Todo ello mejora la relación escuela-familia y disminuye el absentismo escolar.

Por otro lado, una vez llegada la edad a la que deja de ser obligatorio estudiar, los recursos familiares se ven menguados en su poder de convicción. Incluso, mantener a los hijos y las hijas estudiando es poco práctico si pueden estar generando ingresos que ayuden a la unidad familiar. Esto lo saben los chicos y las chicas llegados los 16 y es una de las principales razones por las que deciden dar el paso al mundo laboral sin saber las consecuencias que va a acarrear en su vida.

2. Falta de recursos educativos ante comportamientos reactivos.

Los profesionales de la educación caemos en el error de etiquetar las conductas como desadaptadas dentro del aula. La mayoría de comportamientos disruptivos son conductas reactivas que adquieren una gran adaptabilidad dentro de su contexto de procedencia. «Mirar la conducta sin mirar la vida de la persona es una acción vana».

Es muy difícil desterrar de nuestro imaginario la creencia de la libertad individual en la realización de las acciones. «No le da la gana portarse bien», «Es imposible trabajar así porque no son padres razonables». Las personas realizan las conductas que saben, las que le han funcionado o las que pueden. En la mayoría de los casos en los que he estado delante de comportamientos reactivos he dedicado los primeros segundos a convencerme de que no es una acción personalizada en mí sino fruto de la situación. Me he convencido de que lo erróneo de la respuesta está motivado por el desconocimiento a actuar de una manera más funcional y, tras ayudar a tranquilizar, he intentado razonar acerca de las desventajas de la reacción brusca y primaria. En todas las ocasiones, esta estrategia ha funcionado, he conseguido mantener con la persona una conversación calmada en la que hemos solucionado el problema.

Este planteamiento es más costoso que llevar a cabo la contrarreacción, pero utilizar nuestros recursos educativos mediante empatía y seguridad fortalece la relación de una manera imprescindible. Coopera para mantener la unión familia-centro porque nos aleja de juzgar a las personas y nos acerca al cambio y la mejora.

3. Falta de espacios adecuados para el estudio en el hogar.

Cuando los chicos y las chicas de Motiva vuelven a estudiar, siempre ofrezco la posibilidad de acudir a mi despacho por la tarde para usarlo como lugar de estudio. En multitud de ocasiones, las viviendas no tienen un espacio de tranquilidad y orden para que estudien o hagan las tareas. Una mesa de estudio en una habitación individual, ambiente calmado en el hogar, un sitio dentro de su casa en el que poder concentrarse.

Para ello son imprescindibles los recursos sociales de la zona. Habilitar bibliotecas en los barrios, fomentar la creación de grupos de estudio, formar a personal de educación de calle que informe sobre estos recursos, muchas veces desconocidos para familia y alumnado.

4. Brecha digital.

Los recursos informáticos: posesión de un ordenador personal, conexión a internet en el hogar, correcto manejo de la tecnología, es uno de los problemas para adecuarse a las nuevas demandas educativas. Las conexiones a Internet en el hogar son escasas y tienen mal funcionamiento en la zona en la que estamos. Esto dificulta la adecuación al ritmo escolar. Por suerte, en nuestro Centro Social contamos con un portátil comunitario y un Centro del Nuevo Conocimiento que palia la brecha digital a la que estamos expuestos.

5. Dificultad para compaginar estudios y trabajo.

En la Educación para personas adultas se permite comenzar con 16 años en el caso de que la persona solicitante presente un certificado de deportista de alto rendimiento o un contrato laboral. Pero, ¿qué ocurre cuando se trabaja en economía sumergida? Lamentablemente, este es el caso de muchos jóvenes en nuestra zona. Es muy difícil, por no decir imposible, combinar estudios y empleo en determinados niveles académicos. La respuesta adecuada debería pasar por poner a prueba los requisitos y las medidas para el fomento de la vuelta a la educación formal y preguntarse si son igualitarias y si contemplan todas las posibilidades ante las que se puede encontrar una persona.

6. Falta de adecuación de las becas a las familias con menos renta.

El sistema de becas español es una de las mayores garantías para que las personas con menos recursos puedan continuar sus estudios, pero ante este existen dos problemas. El primero es el ingreso del dinero. Suele hacerse pasados tres meses desde su solicitud cuando los mayores gastos académicos son al principio del curso lectivo. Material, libros, uniforme, tasas, seguros, suelen ser la principal fuente de gasto en el primer mes de clase, lo que supone un verdadero quebradero de cabeza en familias con bajos ingresos. El segundo es la exclusividad de requisitos académicos para la concesión de becas. Para que la dotación de becas fuera completamente igualitaria debería tener más peso la situación económica familiar que las calificaciones académicas. La situación de apoyo es mucho menor en las familias con menores rentas teniendo que, el estudiante, buscar alternativas para mantenerse en sus estudios que le restan tiempo de rendimiento. Estas situaciones, incluso, pueden ser las derivadas del cuidado familiar. Ocuparse de familiares más pequeños o más mayores puede ser una de las tareas de las que son responsables y que no facilita su buen rendimiento.

7. Falta de cobertura social ante dificultades derivadas.

Todas las razones expuestas con anterioridad tienen como resultados dificultades que en muchas ocasiones derivan en colgar los libros, retirarse de la educación formal. En muchos casos, esto es una solución que les quita un problema sin ser conscientes del largo recorrido que esta decisión tiene. La cobertura social puede ser desde la existencia de una persona dedicada al trabajo social en los centros hasta la apertura de bibliotecas y centros de estudio en los barrios con más riesgo de fracaso escolar. El fomento de programas de apoyo escolar tiene importantes resultados en nuestra zona y la apertura a las posibilidades para que se tomen buenas decisiones relacionadas con su formación.

Un sin embargo…

Sin embargo, el trabajo personalizado es lo que mejor respuestas nos ha dado. En sus inicios, nuestro Programa tenía unas fases muy marcadas en el tiempo y tras ocho ediciones hemos descubierto la necesidad de implantar algunas mejoras para que Motiva se adapte a todos y todas y tenga en cuenta las diferentes situaciones. Las empresas seguirán siendo nuestras aliadas pero la derivación a la educación formal tendrá mayor protagonismo. Estamos trabajando mucho, leyendo mucho, fijándonos en modelos que han funcionado. Estamos en plena InvestigAcción para que Motiva sea cada vez mejor. Solo la formación con apoyo es la respuesta a la problemática que hemos desarrollado y apostaremos por ella.

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